Un lustro lleno de gloria para la literatura del noreste es la prolífica trayectoria del escritor de origen neolaredense Miguel Barquiarena, quien recientemente fue designado como el ganador del Premio Nacional de Cuento Corto Eraclio Zepeda 2021.
Con el rostro lleno de alegría, y con la mirada puesta en sus nuevos proyectos, el autor habló sobre su obra “Desmantelando a Amy y otras piezas nihilistas”, con la cual participó, así como de su anécdota y admiración por Eraclio Zepeda.
“Me notificaron que gané el Premio Nacional de Cuento Corto Eraclio Zepeda 2021, con mi libro ‘Desmantelando a Amy y otras piezas nihilistas”. Parte del premio es la publicación del libro, por algunas discusiones en las que estoy de acuerdo, vamos hacer ajustes en el nombre, no va aparecer con ese título; aún no tenemos claro cuál va a ser”, comentó Miguel Barquiarena.
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“Este concurso tiene tres años lanzándose y premia el trabajo en cuento corto, que es eso que se llama la difícil brevedad; yo me jacto en eso y yo creo que nada más en eso, porque también hago poesía, cuentos largos y otros, pero me siento muy cómodo en el cuento corto. Siento que es una de mis mejores habilidades contar algo en pocas palabras; son historia, armarlo aún con todos los elementos que debe tener un relato, con los personajes, las situaciones; siento que se me da con comodidad”, refirió.
“Yo quería mucho ganar este premio porque es un premio nacional, el único que hay ahorita en el país, que premia el arte del cuento corto. Este es un libro con muchos cuentos, son 80 páginas, suman 48 cuentos cortos que alcancé a meter en él. Algunos son muy largos y se llevaron las tres cuartillas y otros son más cortos”, expresó.
“Los cuentos de este libro con el que participé son cuestiones existenciales; algunos de los cuentos son tan reales de mis excesos diría yo como el absurdísimo, que pasan cosas que ya se escapan a una explicación lógica, de la realidad. Pero es una forma de cuánto quieres decir algo y lo quieres decir con fuerza o claro, a mí me gusta el absurdísimo en el cuento corto, porque tienes pocas palabras para enfatizar algo, entonces a través del absurdísimo logras amplificar lo que quieres criticar o quieres decir en el mismo”.
“El nihilismo, esta corriente filosófica se trata del existencialismo de qué es el hombre, la persona, el ser humano ante la vida y cómo afrontarla; pero también de los pequeños detalles, de lo duro que parece ser a ratos. Son personajes a veces cínicos, otras veces desencantados y otras veces son simples personas haciendo su rutina que de repente se detiene y reflexionan ‘qué es esto, qué estoy haciendo aquí, por qué estoy vivo’”, agregó.
COSECHA DE ÉXITOS
El libro se va a publicar hasta el 2022, tanto el jurado como quienes conocen el trabajo del escritor tamaulipeco, le han augurado un nuevo éxito, como los cosechados en los últimos cinco años de su trayectoria.
“En cinco años que yo dejé la administración pública, de colaborar en Nuevo Laredo, fue en octubre de 2016 a este mes que estamos cumpliendo, ya sería cinco años. Salí directo a escribir, ya tenía cosas escritas, me puse a ordenarlas y todavía no se acababa octubre cuando ya había tenido el primer premio nacional. Ya tengo una carrera de premios y reconocimientos previa, pero no me había dedicado tanto entonces, era más flojo la verdad lo dejaba para después, el trabajo administrativo también quita tiempo no le das el mismo tiempo a la literatura que es muy celosa”, compartió.
“Entonces cuando salí, gané otro premio y en estos cinco años han sido en poesía y cuentos. Son seis premios nacionales de literatura de concurso de libros. Obtuve tres menciones honoríficas también nacionales y dos selecciones de publicación de obra. Digo esto con mucho orgullo porque es un récord; tuve años muy buenos y muy malos en esos cinco años”.
“Eso no necesariamente habla bien de mí, eso ojalá le quede a otras personas que trabajan en la literatura y sienten que tienen algo de talento, porque eso quiere decir que yo tenía la capacidad de hacer eso y más; pero estaba trabajando a un porcentaje menor de mi capacidad. Quiere decir que no debemos desaprovechar el tiempo, porque no es nuestro, no sabemos cuánto vamos a estar aquí y si nacemos con ese gusto y esta necesidad, a veces le damos prioridad a otras cosas porque escribir te va alejar un poco de la vida social, te va alejar de otros tipos de trabajos que sean muy absorbentes; y está bien porque si esta es tu pasión debería hacerlo, como el que se dedica la música, como el que se encierra pintar y se pone hacer lo que le gusta”, añadió.
“Yo castigaba mucho mi talento, no estoy presumiendo sino que estoy tratando de mostrar a esas otras personas, que ya tenía una carrera, en 1997 gané un premio municipal de poesía y el segundo lugar en premio municipal de cuento, que hicieron por los 150 años de Nuevo Laredo. Tal vez si hubiera puesto más tiempo desde entonces a escribir me hubiera ido mejor desde hace mucho”, expresó.
INCURSIÓN
La mente y creatividad del tamaulipeco no se detiene, señaló viene una época ideal para él, como lo es la luna de cosecha y el otoño; lo cual estimulará su nueva incursión en la novela.
“Siempre tuve la idea de escribir novela, pero yo no soy novelista, porque si fuera ya lo hubiera hecho hace mucho; lo mío es más la narrativa. Lo que más escribo es poesía y cuento, también es lo que más leo, pero sí también leo historias, ensayo y novela.
Ahora quiero incursionar en la novela porque quiero descansar un poco de los cuentos; mi idea era que cuando llegara a siete libros, y estoy a uno solo, de cumplir eso; entonces como recuerdo a un maestro que decía, que si dominas el cuento y la poesía, puedes ser muy buen novelista; y voy a probar suerte, ahora voy a intentarlo con la novela”, finalizó Miguel Barquiarena.
ADMIRACIÓN
Al conocer el dictamen y saber ganador del premio, no pudo evitar recordar las veces que tuvo oportunidad de saludar al escritor en persona e incluso intercambiar correos electrónicos. Así como la admiración hacia él desde hace varios años.
“El 2008 fue la primera vez que vino Eraclio Zepeda, a dar una charla de literatura fui y saludé algunos amigos, incluso que venían de otra parte del estado, fue en el auditorio de Estación Palabra. Después vino a presentar un libro de cuentos que hizo, fue el que me firmó. Me acuerdo porque las tres veces que lo escuché -justo esta foto es de la tercera vez que vino-, donde me invitan a mí como moderador de la mesa de Palabras en el Andén, que se trataba de viajes. Entonces ellos hablaban de viajes, independientemente las cosas que él hablo compartió una anécdota de cuando él era muy jovencito en Chiapas”, recordó.
“Él contaba que existía un medio de transporte muy injusto, que él sentía que se está quedando en el olvido. Esto consistía en que un indígena se amarraba una silla a la espalda y una persona sentada se trasladaba de una distancia a otra, y eran distancias largas. Esa persona podía ir leyendo e iba un ayudante acompañando al que cargaba la silla, éste a veces lleva un paraguas para que fuera cómoda la persona que iba en la silla. Servían también para que después de tantos metros hicieran un cambio, bajaban la silla y seguía el otro. Así te trasladaban de un punto a otro y se llamaba a ‘lomo de indio’. Recuerdo perfecto que él deseaba que no se olvidara eso tan injusto”, platicó Miguel Barquiarena.
“Cuando vino me firmó el libro, yo le tengo mucha admiración por porque fue el primero en ganar el Premio Nacional de Cuento, El único que había en México, que era el de Bellas Artes, él lo ganó en 1974. Él era un joven y ya tenía una carrera estupenda. Entonces puede platicar esa vez con él y pude decirle en persona sobre mi admiración”, mencionó.