Al recibir el Premio Nobel de la Paz en 1986, Elie Wiesel, sobreviviente del holocausto, creó una frase lapidaria al afirmar que “Ningún ser humano es ilegal”. Wiesel nos mostró que, en las persecuciones contra las personas de otras nacionalidades, los nativistas etiquetan a sus víctimas como “extranjeros ilegales”, para denigrarlos e identificarlos como inferiores.
Los nativistas criminalizan a todos los migrantes indocumentados, para construir la percepción de que estas personas están cometiendo un crimen contra la nación. De esta forma se justifica su persecución, su arresto y su deportación.
En esta narrativa, nadie menciona que millones de migrantes llegaron atraídos por trabajos que nadie quiere realizar en Estados Unidos por su baja paga y su intenso desgaste físico. Los migrantes los toman porque el tipo de cambio del dólar contra la moneda de su país, los hace atractivos. Estados Unidos requiere, de acuerdo a Dennis Nixon, presidente del IBC Bank, al menos 500 mil trabajadores adicionales cada año, pero no hay visas disponibles para que esos trabajadores lleguen de forma ordenada y documentada.
El obsoleto sistema migratorio de Estados Unidos está roto desde hace casi dos décadas, pero republicanos y demócratas han sido incapaces de llegar a un acuerdo para modernizarlo. La mayor parte de los migrantes indocumentados no llegaron durante los últimos cuatro años como se sugiere en esta narrativa; muchos de ellos llevan aquí lustros. De los 4.8 millones de mexicanos indocumentados, la inmensa mayoría ha vivido en Estados Unidos por más de 15 años. Durante la pandemia, todos los diarios nacionales publicaron reportajes de estos mexicanos como trabajadores esenciales. Hay una doble moral al construir la peligrosa narrativa de que los “migrantes ilegales” son criminales, porque se omite mencionar que la mayor parte son trabajadores productivos que pagan impuestos al consumo, a los fondos de seguridad social e incluso al IRS mediante la figura del ITIN.
Por lo anterior, viene al caso recordar que, en marzo de 2003, sin la autorización de Naciones Unidas, Estados Unidos invadió Irak con una narrativa de que Saddam Hussein tenía armas nucleares. Ese argumento resultó falso, pero la narrativa de esa falsedad convertida en verdad en las percepciones de los estadounidenses, sirvió para justificar la invasión a Irak, que fue por otros motivos bien diferentes que la supuesta existencia de armas nucleares.
Ahora, la narrativa con que se aterroriza a las comunidades migrantes indocumentadas en Estados Unidos, es que los “migrantes ilegales” son invasores, criminales y causantes de todos los males que enfrenta la sociedad estadounidense. Nada más alejado de la realidad.
En las comunidades migrantes sin duda hay criminales que han matado, violado, robado y que merecen que se les aplique todo el peso de la ley como se hace en cualquier parte del mundo contra este tipo de delincuentes. Pero evidentemente se trata de un muy pequeño porcentaje de todos los migrantes indocumentados. Las generalizaciones en la narrativa preparan el camino para denigrar y perseguir a las comunidades migrantes con dedicatoria especial hacia los latinos.
Atrás de ello, está la preocupación de los nativistas blancos-anglosajones-protestantes (WASP) por el crecimiento de la comunidad latina. Con 63.6 millones de personas, la comunidad latina es ya el 19.07% de la población total de Estados Unidos. De acuerdo al reporte 2024 de la UCLA, en 2022 la comunidad latina tuvo un GDP de 3.7 trillones de dólares. Si los latinos de Estados Unidos fueran un país independiente, serían la quinta economía más grande del mundo. En 2003, Nuevo México fue el primer estado de la Unión en tener mayoría de población latina. Siguieron California en 2015 y Texas en 2022. Arizona, Colorado, Florida, Nevada, Nueva Jersey y Nueva York, registran también un importante crecimiento de la población latina. La cruzada contra los migrantes, se está convirtiendo en una cruzada contra las comunidades latinas.
Es muy complicado que durante el gobierno del presidente Trump se deporte a 12 millones de migrantes indocumentados y a cientos de miles de migrantes que ingresaron con una notificación para comparecer ante un juez migratorio (NTA) en los últimos cuatro años. No hay un sistema de visas para reemplazarlos, ni planes para construirlo. Sin embargo, la narrativa de que son criminales e invasores, va a dejar heridas que van a tardar años en sanar.
Esta narrativa está propiciando desde ya, miedo e incremento en abusos y explotación contra las comunidades migrantes por parte de algunos empleadores y otras personas que los amenazan con denunciarlos. Ya hemos visto en el pasado que la persecución contra los latinos rompe los canales de comunicación con autoridades policiacas, lo cual a su vez se traduce en incremento de la criminalidad y abusos contra estas comunidades.
Es necesario diferenciar a los migrantes criminales que son una minoría, de las comunidades migrantes que, aunque indocumentadas, han trabajado por años y han contribuido con su trabajo al bienestar de la sociedad estadounidense. El 31% de los trabajadores de Texas son latinos y de ellos el 39% son propietarios de pequeños negocios. Texas comercia más productos con México, que lo que comercia en conjunto con 8 de sus principales 10 socios comerciales. Texas debería saber que México no es el enemigo.
En su estrategia para enfrentar la crisis migratoria, bien haría Estados Unidos en incrementar sus inversiones en los países que son expulsores de migrantes para ayudar a contener la migración atacando sus causas. También es urgente que, de manera paralela a sus políticas policiacas, construya un sistema migratorio que contemple que los puestos que necesita su economía cada año, sean equivalentes al número de visas ofrecidas. Solo de esa forma se va a lograr gestionar adecuadamente la movilidad humana de manera legal, ordenada, digna y con respeto a los derechos humanos.
*Cónsul General de México en Laredo, Texas.