El gobierno estadounidense, concretamente la Administración Trump, está mostrando el músculo y la tajante postura de esta nueva etapa del país de las barras y las estrellas con el envío de Marines a la frontera.
Si bien esto no es nuevo, ha subido de tono, pues usualmente las labores de seguridad en la frontera estaban por completo en manos de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), incluso el tema de mostrar el músculo, con los constantes ensayos que vemos a mitad de los puentes I y II, que tienen como objetivo, además de que sus agentes practiquen la aplicación de protocolos, mostrar a los migrantes que el gobierno estadounidense está preparado con elementos, equipamiento y tácticas antimotines en caso de algún intento de incursión extraordinario.
Las imágenes que se han difundido de la movilización de la Marina estadounidense en la frontera han circulado con fuerza y sin duda era la intención del gobierno de Trump dejar muy en claro que su administración tiene una postura más severa en cuanto a la migración y la seguridad fronteriza.
Desde el arranque de la semana, la agenda noticiosa ha sido dominada por el comienzo de la Administración Trump y el impacto que tiene en múltiples regiones, en el caso de Nuevo Laredo, con el acondicionamiento de un megaalbergue para recibir a los repatriados y tal vez a migrantes varados por la suspensión de las audiencias mediante el CBP One.
A pesar del panorama, la mayoría de las comunidades del lado mexicano que prevén algún impacto por las políticas de la nueva administración norteamericana, no parecen estar tan alarmadas y esto se refleja en gran medida en la paridad del peso frente al dólar.
Ese efecto se vive en Nuevo Laredo, donde si bien no ha pasado desapercibido el arranque del gobierno de Trump y se comenta con frecuencia, aún no existe una preocupación generalizada del lado mexicano.