OPINIÓN

Nuevo Laredo merece una ruta libre, digna y justa

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La historia y la geografía tienen un punto en común: ambas saben reconocer lo natural. Y si algo ha sido natural desde siempre, es la conexión entre Nuevo Laredo como punto de encuentro natural entre México y Estados Unidos. Este corredor no solo simboliza el intercambio comercial más importante entre estas dos naciones, sino también el lazo humano y cultural que une a las ciudades hermanas. Sin embargo, esta relación histórica se ve amenazada por decisiones que favorecen intereses particulares y minan el desarrollo económico de Nuevo Laredo.

El Puente Internacional III de Nuevo Laredo es el corazón del comercio terrestre entre ambas naciones. Con 14,500 cruces diarios de mercancías, representa casi la mitad del total de comercio entre México y Estados Unidos. No obstante, desde su inauguración en el año 2000, ha enfrentado un sabotaje sistemático: semáforos que favorecen al Puente Colombia en Nuevo León, restricciones arbitrarias al cruce de materiales peligrosos y campañas de desprestigio para desviar el tráfico hacia un cruce menos eficiente.

Es una incongruencia que los materiales peligrosos sean desviados hacia Colombia, un puente sin las condiciones necesarias para prevenir derrames, poniendo en riesgo la salud de Nuevo Laredo.

La situación se agrava con la concesión de la carretera que conecta Nuevo Laredo con Monterrey, que pasó de ser libre y segura a un tramo caro y peligroso. Mientras Nuevo León planea abrir una carretera libre para fortalecer al Puente Colombia, Nuevo Laredo queda atrapado entre una autopista de cuota que afecta su competitividad y una carretera libre en condiciones deplorables, resultado de un evidente conflicto de intereses. “¿Cómo creen que se llama eso? Eso se llama conflicto de intereses”, enfatizan los líderes locales.

Esta competencia desleal es un reflejo de los caprichos del pasado, como las decisiones tomadas durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, quien impulsó el Puente Colombia a pesar de ser un cruce menos estratégico.

Nuevo Laredo, por derecho y por razón histórica, es el paso natural.

No pedimos trato preferencial, simplemente un trato justo, equitativo y que respete el derecho histórico que tiene Nuevo Laredo, la ventana de la Patria.

La afectación no se limita al comercio internacional, también impacta a la calidad de vida de los habitantes. Las demoras en los cruces, las malas condiciones de la infraestructura y las tarifas exorbitantes de la carretera afectan a ciudadanos y empresas por igual.

Hay una necesidad para ampliar el Puente III, pues es continuo que se satura, que se cae el sistema, y que requiere convertirse en ejemplo de eficacia y rapidez para cruces seguros.

El futuro de Nuevo Laredo depende de decisiones justas y sensatas que reconozcan su papel vital para México.

Gracias.