Por siempre se ha considerado que los mexicanos aún no cuentan con la cultura de adquirir un seguro, sin embargo, esta afirmación no puede ser considerada como realista, al verse que sigue siendo el sistema asegurador de unos cuantos para muchos pocos.
Los recientes acontecimientos sucedidos en el vecino país del norte, propiamente en la ciudad de Nueva York, en donde un alto directivo de una de las más prestigiosas compañías de seguros fue muerto a tiros en plena calle, pone ante el mundo y al descubierto una importantísima cuestión, lo poderoso de las empresas aseguradoras contra la vulnerabilidad de sus propios asegurados.
En los Estados Unidos de Norteamérica, en donde la mayoría de esas compañías tienen el control total del aseguramiento de riesgos de todos los ramos de empresas públicas y privadas, sí que los evidencia y claramente como ese ramo influyente, dotados de un liderazgo fortalecido con tintes de impunidad, al tener bien arado, libre de obstáculos, el total desarrollo de su actividad.
Condiciones que les permite ampliar las coberturas, pero de igual modo reducir, cerrar el paso a esos riesgos que por su propia experiencia a través de registros y estadísticas presentan esa continuidad y repetición y que, por lo mismo, son considerados como reclamos nada rentables, esto a través de sus bien definidas coberturas que ofrecen, pero por igual repleta de exclusiones que la propia experiencia les va dando.
Por esto es que su cliente, llamado el asegurado, se “topa” por decir así y al momento de presentar un reclamo, con infinidad de obstáculos que van desde la no procedencia estipulada como exclusión, hasta la negación o alargamiento que provoca en muchos esa desesperación o desistimiento de hacer efectivo el riesgo contratado.
En el caso del “tirador” que provocó en territorio norteamericano la muerte del alto ejecutivo asegurador, no tan sólo estaría marcando con ese hecho la histórica acción de hacerse justicia por su propia mano, sino por igual hacer patente ese descontento, como se ha estado viendo, de que muchos al igual que él se sienten de cierto modo superados, impotentes a través de los contratos de seguros adquiridos y de cualquier ramo.
Y no marcando este lamentable hecho como algo aceptable, pero no se puede pasar por alto lo que las autoridades, al hacer su labor policiaca, encontraron en esa escena criminal, casquillos con claros mensajes escritos que demuestran y confirman que el “tirador”, dentro de sus acciones, llevaba cierto rencor al marcar previamente esas municiones mortales con las palabras “retrasar”, “negar” y “defender”.
Para las personas que están relacionadas al ramo asegurador, entenderán a la perfección que estos mensajes son para los asegurados por igual como ese “tiro de gracia” ante un reclamo, esa manifestada inferioridad ante la respuesta negativa de las compañías de seguros.
Al menos en México, sus pobladores siguen considerando el adquirir un seguro de cualquier tipo como inalcanzable y esto no se puede cuestionar, pues al menos el seguro de auto, que es el más conocido, ha estado estancado por casi tres décadas, al verse que en innovaciones o actualizaciones no de primas o coberturas, sino de efectividad y accesibilidad, el avance ha sido casi nulo.
Los mexicanos se enfrentan a pólizas de gastos médicos mayores que no se pueden adquirir con gran facilidad, pues estos requieren de exámenes tan meticulosos, excluyentes enfermedades, periodos de espera para hacer ciertos reclamos, deducibles, coaseguros, así como primas con incrementos anuales en su renovación, lo que hace difícil, casi imposible, desde su contratación, hasta su conservación.
El seguro de vida es otro modelo que no está al alcance de “cualquier” mexicano, pues visto es que para ser contratado, al igual que el de gastos médicos mayores, pasa por un proceso de selección que implica como principal la actividad laboral del prospecto para ver la factibilidad de perdurabilidad con dicho producto.
Cierto es que las leyes que regulan el ramo asegurador mexicano no excluyen a ninguna persona en su intención de hacerse de algún tipo de seguro, sin embargo, cierto es también que no contempla como autoridad reguladora el que se oferten u ofrezcan productos accesibles para la economía real y actualizada del propio mexicano. Quizá sea por eso que los datos que enfrentan las propias aseguradoras mexicanas en cuestión de contratación de seguros no sean tan atractivos, al comprobarse que han ido a la baja incluso desde antes de la pandemia.
Hoy visto es que las aseguradoras nacionales incluso a nivel mundial y ante este fenómeno de poca contratación no han hecho nada al respecto, entonces y, de continuar haciendo a un lado a las clases bajas, de no nivelar o aligerar sus condiciones para que el beneficio sea recíproco y parejo, quizá y ante esto, en un futuro no muy lejano se estén creando nuevos modelos de empresas con atractivos productos que vengan a darle al ramo asegurador “su tiro de gracia”.