El bullicioso pasaje Morelos fue escenario de un encuentro que evocó el pasado. Una mujer de cabello dorado y ojos azules, conocida por muchos como Elena Gouliakova, paseaba entre las frías calles decembrinas de Monterrey cuando un antiguo alumno la reconoció.
Con voz firme y mirada decidida, respondió a los llamados:
No reconozco, no reconozco. Soy empresaria. Trabajo en Promoda
Con esta evasiva, aquella figura emblemática del patinaje artístico sobre hielo se alejó rápidamente, dejando más preguntas que respuestas.
Hace 13 años, en ese mismo lugar, Elena era recordada como una destacada entrenadora de los prestigiados clubes de San Pedro. Su legado en el patinaje artístico en México no puede ser ignorado.
En 1994, acompañó al ingeniero Eduardo Burguete Ayala (QEPD), fundador de las primeras pistas de hielo y escuelas en Nuevo León, quien llevó este deporte a nuevas alturas en Latinoamérica.
Además, Gouliakova brilló como patinadora estelar en el famoso espectáculo Holiday On Ice, y su matrimonio con el también entrenador Nikolay Suetov fortaleció su conexión con el mundo del hielo.
Giro inesperado
Sin embargo, tras retirarse en 2010, su vida dio un giro inesperado. La depresión y un diagnóstico de esquizofrenia paranoide la alejaron del deporte que definió su trayectoria.
Hoy, Elena sobrevive gracias a la generosidad de los regiomontanos. A pesar de las adversidades, conserva su esencia: su piel caucásica, chapas rosadas y prominentes pómulos destacan en medio de la multitud.
Aunque rehúye regresar al patinaje y rechaza alojamiento, aprecia un saludo cálido. Habla español e inglés con fluidez, y quienes se atrevan a saludarla en ruso recibirán una sonrisa sincera y un amistoso "Privet".
La patinadora Elena Gouliakova, la legendaria entrenadora rusa, sigue siendo un símbolo de resiliencia y humanidad.